Cuatro jóvenes monjes se hallaban reunidos en una sesión de zazen. Se habían comprometido a llevar a cabo una sesión absolutamente silenciosa. Entonces, cuando llevaban largo tiempo meditando, la vela que los iluminaba se apagó y el monje más joven dijo:
– ¡Se ha apagado la vela!
A lo que otro monje respondió:
– ¡Cállate, estamos en un zazen silencioso!
Un tercero dijo:
– ¡Callaos los dos, no habléis!
Y el cuarto dijo:
¡Sois los dos ignorantes, el único que no he hablado he sido yo!