jueves, 29 de mayo de 2008

Mi corazón arde como el fuego


Sôyen Shakû, maestro zen, solía decir:

Mi corazón arde como el fuego, pero mis ojos están fríos como las cenizas de las brasas apagadas

Durante su vida promulgó y practicó todos los días las siguientes reglas:

Por la mañana antes de vestirte, enciende incienso y medita.

Retírate a una hora determinada. Come en horas determinadas, con moderación y sin saciarte nunca.

Cuando estés sólo mantén la misma actitud que cuando estás con alguien.

Cuando estés con alguien, mantén la misma actitud que cuando estás solo.

Presta atención a lo que dices y todo lo que digas ponlo en práctica.

No dejes escapar la oportunidad cuando se presente. Pero piensa siempre dos veces las cosas antes de actuar.

No te lamentes por el pasado, mira al futuro.

Mantén la actitud intrépida de un héroe, con el corazón benévolo de un niño.

Cuando duermas hazlo como si se tratase de tu último sueño.

Cuando despiertes sal de la cama al instante, como si dejases a tras unos zapatos viejos.

jueves, 22 de mayo de 2008

Todo es lo mejor

Cuando iba Bazán por un mercado escucho la siguiente conversación entre un carnicero y su cliente:

“Deme la mejor pieza que tenga”

A lo que el carnicero respondió:

“Aquí todo es bueno. No encontrará ninguna pieza que no sea la mejor”

Al oír estas palabras, Bazán alcanzó la iluminación.

El perfume de las flores


Un discípulo se quejaba a menudo de que su maestro no le explicaba bien las cosas. Un día paseando maestro y discípulo por el campo, dijo el discípulo:

“¡Que olor tan agradable el de las flores!”

A lo que el maestro respondió:

“Ves como no te oculto nada”