miércoles, 16 de febrero de 2011

La voz de la sinceridad


Cuando murió el maestro Bankéi, un ciego que vivía cerca de su casa, relató lo siguiente a un amigo suyo:

“Por ser ciego, no veo el rostro de las personas, de manera que debo juzgar el carácter de cada cual por el tono de su voz. Generalmente cuando oigo que alguien felicita a otra persona por su buena suerte o éxito en la vida, siempre noto una pequeña nota de envidia en su frase. Cuando oigo a alguien dar los pésames por la desgracia ajena, suelo notar también un cierto tono de satisfacción y placer por lo ocurrido, como si de esta forma uno viese en el fracaso del otro una posibilidad para su éxito. Pero siempre que oí a Bankéi hablar, noté la sinceridad en su voz. Cuando hablaba de alegría, su voz solo expresaba alegría y cuando hablaba de tristeza, su voz solo expresaba tristeza”

Un consejo de madre


Jiún, fue un maestro del Shingón, durante la era de Tokugawá, que durante su juventud era un estudiante avanzado de sánscrito. Siendo aún muy joven, ya solía ofrecer conferencias a sus compañeros estudiantes.

Este hecho llegó a oídos de su madre, la cual le escribió la siguiente carta:

Querido hijo, si te conviertes en diccionario andante, no creo que nunca llegues a ser un buen seguidor de Buda. Acumular información y comentarios, honor y gloria, es algo que no tiene límite par el ser humano, jamás sacia su sed. Déjate de dar conferencias. Guarda silencio y retírate en algún pequeño templo en las montañas. Dedícate a la meditación y busca la auténtica realización y el verdadero conocimiento