Al doblar una curva, encontraron una bella joven, vestida con kimono de seda y faja, que no se atrevía acruzar el camino por miedo a mancharse.
Tanzán le dijo:
“Ven muchacha, acercaté”
Y la tomó en sus brazos para hecerla cruzar el barro.
Eikidó, mantuvo silencio hasta su llegada a un templopara pasar la moche. Entonces no pudo contenerse más y le dijo a Tanzán:
“se supone que los monjes como nosotros debemos de mantenernos alejados de las muchachas, sobretodo si son jóvenes y bellas. De no hacerlo así corremos peligro. ¿Cómo es entonces que la has tomado entre tus brazos?”
A lo que Tanzán le respondió:
“Yo tomé en brazos a la muchacha, la cruzé el camino y allí la dejé. ¿Es que tú aún sigues llevandola contigo?”
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