martes, 11 de septiembre de 2007

La luna no se puede robar

El maestro zen Ryôkan, vivía en una humilde choza en la ladera de un monte. Una noche el ladrón entrón en su cabaña, pero en seguida vio que nada tenía que robar. En ese momento Ryôkan entró en su choza y sorprendió al ladrón en su actitud e robar y le dijo:

“Seguramente has hecho un largo camino hasta aquí y no está bien que te Vayas de manos vacías porque no hay nada en lachoza”.

Luego se quitó las ropas que llevaba puestas y le dijo:

“Por favor acepta mis ropas como presente”

El ladrón quedó desconcertado, aceptó las ropas y se marchó.

Ryôkan quedó desnudo y contemplando la preciosa luna y dijo aún:

“¡Pobre hombre! ¡Qué pena que no pueda darle esta hermosa luna!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Historia que nos enseña que hay mas cosas con valor que las posesiones materiales.