El gran maestro Taoísta Chuang Tzu soñó una vez que era una mariposa revoloteando aquí y allá. En el sueño no tenía conciencia de su individualidad como persona. Era sólo una mariposa. De pronto, se despertó y se encontró ahí acostado, una persona otra vez. Pero entonces pensó para sí mismo, "¿Era antes un hombre que soñaba ser una mariposa, o soy ahora una mariposa que sueña ser un hombre?"
martes, 4 de octubre de 2011
Soñando
domingo, 5 de junio de 2011
El sexto sentido del Samurai
Un admirado Samurai muy bien adiestrado, contemplaba absorto durante la primavera, la belleza de un cerezo en flor. Mientras así se encontraba, percibió algo amenazante a su espalda. Se dio la vuelta, pero no halló rastro alguno de la amenaza. Esto le dejó perplejo durante un tiempo, ya que había adquirido, tras un largo entrenamiento, la capacidad de percibir la presencia de las amenazas antes de que se manifestaran.
La idea de haber perdido esta cualidad le dejó reocupado y así se mantuvo durante días, hasta que cierto día uno de sus compañeros le dijo:
“¿Por qué estás tan preocupado?”
El Samurai le contó lo sucedido y entonces el compañero le confesó:
“Mientras estabas tan absorto admirando los cerezos en flor, por mi mente pasó la siguiente idea: Mira que distraído está, ahora es la oportunidad de atacarlo, seguro que lo podría vencer.
sábado, 7 de mayo de 2011
Un duelo por el alojamiento
martes, 29 de marzo de 2011
Antiguo refrán del Budismo Zen
Cuando se es muy joven y se sabe un poco, las montañas son montañas, el agua es agua y los árboles son árboles. Cuando se ha estudiado y se es leido, las montañas ya no son montañas, el agua ya no es agua y los árboles ya no son árboles. Cuando se es sabio, nuevamente las montañas son montañas, el agua es agua y los árboles son árboles.
miércoles, 16 de febrero de 2011
La voz de la sinceridad
Cuando murió el maestro Bankéi, un ciego que vivía cerca de su casa, relató lo siguiente a un amigo suyo:
“Por ser ciego, no veo el rostro de las personas, de manera que debo juzgar el carácter de cada cual por el tono de su voz. Generalmente cuando oigo que alguien felicita a otra persona por su buena suerte o éxito en la vida, siempre noto una pequeña nota de envidia en su frase. Cuando oigo a alguien dar los pésames por la desgracia ajena, suelo notar también un cierto tono de satisfacción y placer por lo ocurrido, como si de esta forma uno viese en el fracaso del otro una posibilidad para su éxito. Pero siempre que oí a Bankéi hablar, noté la sinceridad en su voz. Cuando hablaba de alegría, su voz solo expresaba alegría y cuando hablaba de tristeza, su voz solo expresaba tristeza”Un consejo de madre
Jiún, fue un maestro del Shingón, durante la era de Tokugawá, que durante su juventud era un estudiante avanzado de sánscrito. Siendo aún muy joven, ya solía ofrecer conferencias a sus compañeros estudiantes.
Este hecho llegó a oídos de su madre, la cual le escribió la siguiente carta: