martes, 4 de octubre de 2011

Soñando


El gran maestro Taoísta Chuang Tzu soñó una vez que era una mariposa revoloteando aquí y allá. En el sueño no tenía conciencia de su individualidad como persona. Era sólo una mariposa. De pronto, se despertó y se encontró ahí acostado, una persona otra vez. Pero entonces pensó para sí mismo, "¿Era antes un hombre que soñaba ser una mariposa, o soy ahora una mariposa que sueña ser un hombre?"

domingo, 5 de junio de 2011

El sexto sentido del Samurai

Un admirado Samurai muy bien adiestrado, contemplaba absorto durante la primavera, la belleza de un cerezo en flor. Mientras así se encontraba, percibió algo amenazante a su espalda. Se dio la vuelta, pero no halló rastro alguno de la amenaza. Esto le dejó perplejo durante un tiempo, ya que había adquirido, tras un largo entrenamiento, la capacidad de percibir la presencia de las amenazas antes de que se manifestaran.

La idea de haber perdido esta cualidad le dejó reocupado y así se mantuvo durante días, hasta que cierto día uno de sus compañeros le dijo:

“¿Por qué estás tan preocupado?”

El Samurai le contó lo sucedido y entonces el compañero le confesó:

“Mientras estabas tan absorto admirando los cerezos en flor, por mi mente pasó la siguiente idea: Mira que distraído está, ahora es la oportunidad de atacarlo, seguro que lo podría vencer.


sábado, 7 de mayo de 2011

Un duelo por el alojamiento

Según la costumbre todo monje errante tiene derecho a obtener alojamiento en un monasterio zen, siempre y cuando proponga y gane, un debate sobre budismo con los monjes residentes del mismo.

En un monasterio del norte de Japón, vivían dos hermanos, monjes ambos, aunque bien diferentes. El mayor era más inteligente y el pequeño era tuerto y no tan dotado.

Cierto día llegó al monasterio un monje errante y solicitó alojamiento de acuerdo a la regla del debate. El hermano mayor ese día se encontraba cansado, por lo que envió a su hermano menor con las siguientes instrucciones, para subsanar las carencias:

"Ve tú y propón que se haga un debate en silencio"

El hermano menor así lo hizo y poco después se encontraba el monje errante y él sentados en el santuario.

Al poco rato, el monje viajero se levantó de la sala, fue a ver al hermano mayor y le dijo:

"Puedes estar orgulloso, tu hermano menor es un conocedor extraordinario del budismo. Me ha derrotado"

El hermano mayor, asombrado le dijo:

"Cuéntame como se desarrolló el debate"

Y el monje errante le dijo:

"Primero yo levanté un dedo, en representación de Buda iluminado. Y tu hermano levantó dos dedos, representando al Buda y su doctrina. A continuación, yo levanté tres dedos, en representación de Buda, su doctrina y sus seguidores, que llevan una vida armoniosa (Las tres joyas: Buda, Dharma y Sangha). Fue entonces cuando tu hermano lanzó irritado su puño cerrado sobre mi rostro, indicándome que los tres se derivan del mismo origen. Por ese motivo, me derrotó y me voy del monasterio, pues no tengo derecho a permanecer en él"

A continuación llegó corriendo el hermano menor y dijo:

"¿Dónde está ese miserable?"

EL hermano mayor repuso:

"Entonces, ¿ganaste el debate?"

Y el hermano menor respondió:

"¡Ganar el debate! Lo que hice fue hinchare a golpes a ese monje"

El hermano mayor preguntó:

"¿Cuál fue el tema del debate?"

A lo que el menor respondió:

"¿Tema? NO hubo tema. A penas verme levantó un dedo para hacerme ver que solo tengo un ojo. A pesar de ello yo respondí levantando dos dedos, en señal de cortesía porque él tuviese dos ojos y por ser él extranjero. Pero el muy osado levantó entonces tres dedos, haciendo ver que entre los dos solo teníamos tres ojos. Ante lo cual yo me enfurecí y le dí un primer puñetazo en su rostros, pero él se levantó y escapó, por eso no he podido seguir pegándole".

martes, 29 de marzo de 2011

Antiguo refrán del Budismo Zen


Cuando se es muy joven y se sabe un poco, las montañas son montañas, el agua es agua y los árboles son árboles. Cuando se ha estudiado y se es leido, las montañas ya no son montañas, el agua ya no es agua y los árboles ya no son árboles. Cuando se es sabio, nuevamente las montañas son montañas, el agua es agua y los árboles son árboles.

miércoles, 16 de febrero de 2011

La voz de la sinceridad


Cuando murió el maestro Bankéi, un ciego que vivía cerca de su casa, relató lo siguiente a un amigo suyo:

“Por ser ciego, no veo el rostro de las personas, de manera que debo juzgar el carácter de cada cual por el tono de su voz. Generalmente cuando oigo que alguien felicita a otra persona por su buena suerte o éxito en la vida, siempre noto una pequeña nota de envidia en su frase. Cuando oigo a alguien dar los pésames por la desgracia ajena, suelo notar también un cierto tono de satisfacción y placer por lo ocurrido, como si de esta forma uno viese en el fracaso del otro una posibilidad para su éxito. Pero siempre que oí a Bankéi hablar, noté la sinceridad en su voz. Cuando hablaba de alegría, su voz solo expresaba alegría y cuando hablaba de tristeza, su voz solo expresaba tristeza”

Un consejo de madre


Jiún, fue un maestro del Shingón, durante la era de Tokugawá, que durante su juventud era un estudiante avanzado de sánscrito. Siendo aún muy joven, ya solía ofrecer conferencias a sus compañeros estudiantes.

Este hecho llegó a oídos de su madre, la cual le escribió la siguiente carta:

Querido hijo, si te conviertes en diccionario andante, no creo que nunca llegues a ser un buen seguidor de Buda. Acumular información y comentarios, honor y gloria, es algo que no tiene límite par el ser humano, jamás sacia su sed. Déjate de dar conferencias. Guarda silencio y retírate en algún pequeño templo en las montañas. Dedícate a la meditación y busca la auténtica realización y el verdadero conocimiento