Sôyen Shakû, maestro zen, solía decir:
Mi corazón arde como el fuego, pero mis ojos están fríos como las cenizas de las brasas apagadas
Durante su vida promulgó y practicó todos los días las siguientes reglas:
Por la mañana antes de vestirte, enciende incienso y medita.
Retírate a una hora determinada. Come en horas determinadas, con moderación y sin saciarte nunca.
Cuando estés sólo mantén la misma actitud que cuando estás con alguien.
Cuando estés con alguien, mantén la misma actitud que cuando estás solo.
Presta atención a lo que dices y todo lo que digas ponlo en práctica.
No dejes escapar la oportunidad cuando se presente. Pero piensa siempre dos veces las cosas antes de actuar.
No te lamentes por el pasado, mira al futuro.
Mantén la actitud intrépida de un héroe, con el corazón benévolo de un niño.
Cuando duermas hazlo como si se tratase de tu último sueño.
Cuando despiertes sal de la cama al instante, como si dejases a tras unos zapatos viejos.